Mis labios la envolvían, mi boca se abría más. Porno Me miró. Me subió, me tiró en la cama. Me sonrió.—Sí, dale. Le sonreí nerviosa.Me estaba por levantar, por irme, cuando me agarró del brazo con fuerza y me tiró hacia él. Lautaro, un amigo de ellos. Me acosté con mis hermanas, pero no podía pegar un ojo. En un segundo, su boca estaba en la mía. Lautaro, un amigo de ellos. No sé por qué miré, pero ahí estaba Lautaro. Quería descansar un rato.—¿Querés un ibuprofeno? Se lo chupé lento, profundo, dejándolo temblar.Jugaba con su verga mientras su respiración se entrecortaba. Me metía los dedos y me hablaba sucio.Después se puso encima de mí, me miró a los ojos y sin decir nada, me la metió de una. El espejo me devolvía una cara con mejillas rojas, el pelo revuelto y los labios hinchados.Salí… y justo llegaron todos.Me acomodé el pelo, respiré hondo y saludé como si nada.Él seguía en cama, y yo pensé: “Ojalá este finde dure toda la vida”. Y no tardó mucho en pasar.El viernes llegué muerta del trabajo. Quería descansar un rato.—¿Querés un ibuprofeno? Me miró. Quería descansar un rato.—¿Querés un ibuprofeno? La sentí contra mi garganta y se me escapaban algunas arcadas.—La puta madre, Mey… —gimió,
