Aquella abertura parecía la tierna boca de una niña chupando con sus finos labios una roja paleta.Retomando su pudor gritó:—¡No, no, no, por favor! Porno gratis Ella gimió del gusto que le provocaba.La hendidura recibía y tragaba con gusto el gordo pedazo de carne. Su plan surtía efecto. Prácticamente flotaba. De forma extraña, Trinidad sintió un doloroso placer. Su vibrante reacción a cada arremetida era como un estallido de éxtasis, parecía invitar a una fricción más constante y vigorosa. ¡Para, para! No te vaya escuchar y te busques un problema —comentó Trinidad.—¿Y qué…? ¡¿Cómo se dejó hacer tal cosa?! Era como un placer culposo. Creyó que Alberto Sánchez Medina la amaba con una pasión desbordada, y que así se lo estaba demostrando. Cada choque del pubis masculino contra su trasero femenino, y el agarre de esas fuertes manos en sus caderas, demostraban para Trini que aquel hombre que tenía detrás en verdad sentía algo por ella. Ella amaba a su marido, ¿cómo podía creer su propia amiga que fuese capaz de…?Pero había pasado. Su simple presencia le espoleaba las hormonas. De seguro la criticarían, o aún peor, bien le pudieran ir con el chisme al marido. Rogaba porque Casimiro no llegara.Pasados unos minutos su comadre por fin salió.
