El aislamiento de la casa le permitía hacerlo sin ninguna discreción. A mediados de mayo de ese año habíamos empezado la cosecha de algodón, lo que nos obligaba a los ingenieros estar los 7 días a la semana disponibles para atender cualquier eventualidad derivada de la misma. Porno hd Al llegar a la zona de cosecha, nadie se sorprendió por los escasos minutos demás que me demoré, pues les dije que había demorado buscando la calculadora y finalmente la había encontrado tirada fuera de la casa. Sacó la calculadora de un cajón donde la había guardado antes de mi llegada, me la dio y partí, sin despedirme, pues ella no podía levantar la vista del piso y no articulaba palabras. Al empezar a venirse, comenzó a gemir y decir “préñeme ingeniero, préñeme” Nos vinimos juntos. Fuimos a su casa. Ella me pidió “ingeniero quiero darme la vuelta”. La cosecha en ese sector estaba a cargo de un ingeniero agrónomo junior, que no era padre. Que tendría unos 30 años, casi mi edad en aquella época, recién casado por aquellos días. No era bella, ni bonita, pero era ajena y era mía.
