Cuando estuvo lo bastante cerca, lo pasó lentamente por el rostro de Ana. Su minifalda más corta.Y una camisa blanca, liviana, sin sostén.Cada prenda era una declaración. Porno español Cada detalle, un mensaje.No era el atuendo de una víctima. Pero esa visión no les pertenecía. Juan, Cuca y el Gordo: tres hombres curtidos por el trabajo físico, de lenguaje crudo y modales erosionados por la calle. Apenas un lamido, un bocado culpable. Medias negras bien ajustadas. Y ella los aceptó todos. No fue un simple chorro: una cantidad extrema del fluido blancuzco, espeso y brillante, se desbordó violentamente, saturando su boca al instante. El Gordo fue el primero en levantarse. Los bañó, les preparó la cena, les contó el cuento de siempre. Era real. Su pecho se sacudía sin aire, convulso. No apartó el rostro. Ana se atragantó con el duro pedazo de golpe, como si un puñetazo se le hubiera incrustado en la garganta. Juan, Cuca y el Gordo: tres hombres curtidos por el trabajo físico, de lenguaje crudo y modales erosionados por la calle. De formación católica estricta, se había dedicado a su familia. Les dijo que papá se había tropezado, que pronto iba a estar bien.Ellos no preguntaron demasiado.
