Ahí estaba ella, preciosa, pudiendo contemplar todos sus encantos. Yo besé su cuello y sus tetas. Porno gratis Ella volvió a agarrarme. Llevaba casado ya dieciocho años. Anteriormente, lo hacía con su marido, pero se había divorciado unos meses atrás. De repente ella se levantó y se colocó a cuatro patas.―Métemela por detrás, pero por mi coño. No eres un hombre respetable.―Supongo que a ella tampoco le gustaría saber que has pedido ver a su marido en pelotas. Ella era mi vida mientras que Laura sólo una aventura. No eres un hombre respetable.―Supongo que a ella tampoco le gustaría saber que has pedido ver a su marido en pelotas. Yo te he visto desnuda a través del ordenador y tú a mí en vivo. Déjame salir cuando llegue, que no me he puesto preservativo.Ella me agarró con más fuerza aún.―No te voy a soltar. Si decides dejarla, podemos estar juntos.Mi cabeza estaba hecha un lío, pero no quería dejar a mi mujer, de momento no. Preguntó.―Lo sé, y lo siento. Me besó en los labios y me susurró al oído.―Si querías verme desnuda, habría bastado con que me lo dijeras.
