Lo único que deseaba en esos momentos, era una verga que despedazara el coño o el culo, para apaciguar mi temperamento volcánico.Me desnudé por completo, mirando mi cuerpo en el espejo mientras me acariciaba el busto. Porno gratis Un miedo que heló mis entrañas ante la posibilidad de cualquier contacto con aquello que había visto y estaba fuera de toda proporción. Disfrutaba, pero eso no era, ni con mucho, lo que deseaba.Pensé en el hombre de la litera, con su poderosa manguera erguida y dispuesta a satisfacer mis ansias. El vagón estaba lleno y en la litera de abajo descansaba un hombre de unos 40 años. Había en él, algo extraño, casi maligno que me obligó, involuntariamente, a dar un paso hacia atrás. Eran por lo menos 25 centímetros de largo y gruesa como un brazo. Corrí sin importarme un cacahuate lo que la gente pensara y me metí al baño del vagón, sin preocuparme de cerrar la puerta por dentro. Ni siquiera pensé en la conveniencia de lo que me estaba ofreciendo a pesar de que representaba un buen ahorro.―Hasta mañana —respondí secamente.Salí al pasillo, pero me detuve repentinamente y volví sobre mis pasos.―¿A cambio de qué?
