Ella no se divorcia por la plata y yo porque disfruto dándole placer a su adorable hermana. Porno Ana y Beatriz, así se llama su hermana, son prácticamente idénticas. Alcanza con decirles que mis hijos ya tienen 14 años y hasta que cumplieron diez sólo nos habíamos visto en escasas ocasiones con la hermana de mi mujer. Le dije que sí y se bajó de la camilla. “Vestite así nos vamos para la clínica”. Cuando las conocí en la facultad de medicina eran un calco: dos rubias de rasgos filosos, buena cintura y una reputación envidiable según los testimonios de los estudiantes que aseguraban que juntas eran dinamita. Beatriz se presentó en mi oficina para hablar a corazón abierto. Ahora Beatriz tenía unos pechos perfectos y mucho más grandes de lo que yo recordaba. A ella la incomodó un poco, pero en el fondo le gustó. “Te debo una, bebé”, me chuceó al oído.Pero lo bueno llegó a la semana siguiente de lo de la internación. Desde allí en más, una vez por semana se da una vuelta por mi departamento de soltero para hacerse un chequeo a su medida.
