Se sintieron blandos, pero firmes bajo mis dientes juguetones, complacientes, y mi boca se llenó de ese magnífico sabor agrio, varonil, de exquisitos pies masculinos, por el cual me rendía completamente ante los preciosos pies desnudos de mi adorado Brayan, para su placer y el mío.Brayan se incorporó, tras conseguir alivio en sus pies cansados, ya relajados ante mis estímulos, y tras arrancarme los zapatos y retirarme las medias, comenzó el mismo periplo de deseo y complacencia mutua, con mis pies.Fin Brayan se retorció y gimió, complacido, cuando incrementé el nivel de mi succión en el enorme y suculento pulgar de su pie derecho, tras terminar de darle placer al del izquierdo.Mientras mi boca le daba disfrute a esos exquisitos dedos mis manos apretujaban, masajeaban, estimulaban las innumerables terminaciones nervisosas de sus plantas blandas y suaves, impregnadas de ese delicioso olor ligeramente agrio que enloquecía maravillosamente a mis fosas nasales, inundándolas a modo de grato perfume.Mi lengua, desbocada como corcel indómito, recorrió repetidamente, como caminante que recorre a diario un grato camino, las magras y suaves plantas de sus pies, desde los talones hasta la base de sus bonitos dedos, introduciéndose juguetonamente entre ellos, para sacarle, con tal práctica, preciosas risas a mi Brayan al provocarle ternuronas cosquillas.Mi chico apretó los
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Jovencita Asiática 5021
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