Grité de placer, él jadeó fuerte. La sensación de Alejandro cogiéndome contra el sillón todavía estaba en mi piel.No lo volvería a hacer, pero tampoco me arrepentía. Porno No aguanté más. Me pasó el mate y cuando lo agarré, sus dedos rozaron los míos.Llevé la bombilla a la boca y tomé despacio, sintiendo su mirada clavada en mis labios. Su pija estaba dura y gruesa. Había mucha cerveza y música fuerte. Nos quedamos quietos un segundo, con los cuerpos tensos. Lo saludé con una sonrisa mínima, de esas que se hacen por educación, y antes de que pudiera meterse le solté:—¿Me prestás un martillo?Levantó la vista y me escaneó sin apuro. Un calor de mierda.No sabía si era la resaca o los casi 30°, pero estaba transpirando. Se quedó quieto unos segundos, recuperando el aliento.Nos levantamos sin decir mucho. Alejandro estaba en la vereda, en ojotas y con el mate en la mano. Media hora después, estaba de vuelta.Ale seguía en la vereda, ahora en la reposera, con las piernas estiradas.
