La lengua reconoció el ombligo, la suave elevación de su bajo vientre y se internó entre sus piernas. Emilia cerró los ojos y apretó los labios para sofocar el dolor.–¿Sos una puta?–Sí, amo. Porno español ¡Dios, como le gustaban de ese tamaño! Las manos subían y bajaban por las pijas duras como estalactitas mientras los ojos la recorrían ávidos.–MI culo es solo de mi ammm…Apretó los labios cuando el glande se coló entre sus nalgas muy separadas. En el hotel de mala muerte de la esquina, se desnudaron sin siquiera presentarse. Le besó con suavidad la cara interna de sus muslos antes de que su lengua pincelase la vulva caliente. El recto se dilató para recibir a un Martiniano que ingresaba lentamente, como el dueño indiscutible y omnipotente de una heredad. Decíselo a ellos también, perra.Emilia volteó hacia los dos sirvientes un rostro donde comenzaban a asomar los primeros atisbos de placer. Esa mañana había ido al pueblo por algunos víveres y se metió en un bar para escapar del calor agobiante. Emilia cerró los ojos y apretó los labios para sofocar el dolor.–¿Sos una puta?–Sí, amo. Quizás fuera el cosquilleo de las burbujas o el hecho de que tuviera el estómago vacío pero lo cierto era que le habían entrado ganas locas
