¿Qué te parece?…”.Le respondí que “sí a todo” y nos besamos como tórtolos en celo. A mi mujer parecía que se le iban a desorbitar los ojos cuando terminó de encajarlo. Porno Intrigado, pues no había dado ella muestras de que hubiera otra aventura de por medio, le dije que era todo oídos. Yo estaba en la gloria, disfrutando de cada instante, viendo cómo se hacía realidad mi fantasía y por fin veía a Silvana como tantas veces había soñado. Esta, tras los besos, nos presentó como a marido y a antiguo profesor suyo respectivamente.Entramos y nos dirigió al salón, invitando a sentarnos en una largo sofá de cuatro holgadas plazas. Además, a esto habíamos venido.Artur se levantó en silencio, se acercó a Silvana y ambos se abrazaron y fundieron sus bocas en un morreo breve. No podía haber competencia, estaba embobado mirando ese monstruo cuando sentí la boca de mi mujer en el pene y vi su mano acariciándole a él.Así se iba turnando entre un pene y otro, se relamía con ellos, cuando se colocó a cuatro patas sobre la cama y Artur le metió toda su humanidad de un empujón suave pero constante.
