No quería mirar la enorme verga con la piel totalmente estirada dejando el bálano con forma de flecha completamente a la vista, y la corona perfectamente marcada en su base, pero no podía evitar que sus ojos se clavaran como un imán. Llegó a sentir como la lengua tocaba su oreja, pero tenía la mente aturdida, confusa, intentando asimilar lo que estaba pasando sin saber cómo reaccionar.Un tercer intento hizo que su mente turbada cediera. Porno hd Emilia llegó a la estación autobuses. Vicente, al notar que ya no tiraba, mantuvo más tiempo ese roce volviendo a susurrar a su oído.–Ves como te va gustando! Sabía que eras tan putita como mi hija!Su voz era más ronca, más gutural, y el aliento embalsamado de alcohol impregnó toda su cara. Vicente se había dado cuenta pero no la dijo que siguiera, tan solo la insinuó que si no le gustaría ver el final.–No quieres ver salir la leche, putita? Pensaba que si ella misma no se quería, quién la iba a querer?
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