El rubor tiñó de rojo mi rostro, no sabía dónde meterme. Aquella mujer pegaba con fuerza dejando marcas en el trasero de su empleado.Había algo hechizante en el correctivo que me hacía mirar con una mezcla de temor a lo que me esperaba y excitación por la escena al desnudo.Finalmente, Takada san se reincorporó y se pudo frotar las posaderas.Mi jefa me miró y repitió el gesto palmeando sus muslos e invitándome a tumbarme sobre ellos. Porno gratis Luego, de repente, agarró mi muñeca y tiró de mí. En su lugar recibí un azote del cepillo sobre mi pandero. No quiero que me echen. Esperé un comentario burlón, una reprimenda. La cara roja de vergüenza, complexión delgada, culo caído y algo desinflado con una fina raja de la que salían aquí y alla algunos pelos negros. Pronto mis nalgas comenzaron a danzar mientras cambiaban de color. Más alta que yo, constitución atlética, frente despejada y pelo recogido en una larga coleta que casi le llegaba hasta las nalgas.
