El miedo era mi guía y la timidez mi rasgo más notable.Una noche de tantas había descubierto aquel sitio en internet. Lloraba y deseaba que terminara, pero a la vez quería que nunca se fuera. Porno Había un espejo feo pero inmenso que mostraba la insignificancia de mi presencia frente a la suya.Pasaba los cuarenta, tenía barba y pelo tupidos con canas. Al oído me recordaba que era su puta, su propiedad.Yo no podía pensar en nada más que en servirlo. Había un espejo feo pero inmenso que mostraba la insignificancia de mi presencia frente a la suya.Pasaba los cuarenta, tenía barba y pelo tupidos con canas. Me penetró. Yo agradecí.No recuerdo el último diálogo, solo que fue corto y simple. El placer llegó de forma inesperada, pero ahí estaba.– Tienes que aprender a mover el culoMientras más torpe era yo o más trataba de huir, más duro me agarraba por la cintura y me inmovilizaba contra él. Lloraba y deseaba que terminara, pero a la vez quería que nunca se fuera. Me ordenó que le llevara los condones y el lubricante que estaban sobre un mueble de noche.Me levantó sin esfuerzo alguno y me colocó como quiso.
