Se afanaba por meterla hasta el fondo, por hacerme gemir y los estaba logrando. Parecía complacido y continuó metiéndome mano.No aguanté más, mi cuerpo dominó a mi mente, ya había arriesgado mucho, no había nada más que pudiera perder. Porno español Fernando me miró con cara de pillo, pero esta vez puse una excusa. No fallé, el tiempo me fue llevando caprichoso a su manera.Al día siguiente en el trabajo todo siguió igual, como si nada hubiese pasado el día anterior, eso por lo menos me restaba tensión y dudas. Me giré y le besé apasionadamente, parecía una mujer desesperada y calenturienta. Aun así yo me entretenía imaginando y pensando en el balance, era como una obsesión. Me miró sonriente, ambos habíamos disfrutado de nuestros encuentros clandestinos. Amaba a mi marido, pero mis ojos ya no le veían.La situación cambió a partir de aquel día y creo que aquel joven se dio cuenta, aunque yo estuviera ciega como una niña y no quisiese reconocerlo. Estaba convencida que mi marido nunca me lo perdonaría, la otra opción tampoco me gustaba: ser la actriz porno de un crío vicioso y estar a su antojo.
