—dijo con un tono más alto, casi chillando, mientras recogía su ropa del suelo y comenzaba a vestirse rápidamente—. Porque eso es lo que siento, Raúl. Porno gratis La máquina de fotocopias emitió un pitido al finalizar el trabajo, pero ninguno de los dos hizo el menor movimiento para recoger los papeles.—María no sabe nada —confesó Raúl, finalmente. —Iván se giró, con los ojos inyectados de ira y el rostro encendido tanto por el alcohol como por lo absurdo del momento.Raúl levantó las manos, intentando calmarlo.—No vine aquí a buscarte, lo juro. Avanzó despacio, dejando que sus ojos se adaptaran a la falta de luz. La rabia parecía desvanecerse lentamente, dejando solo un vacío insoportable.—Ponte de rodillas —respondió finalmente, con la voz cargada de rabia—. Sé exactamente lo que quiero, Iván… Te quiero a ti.Las palabras dejaron a Iván congelado, como si un golpe invisible lo hubiera alcanzado. Esto que siento por ti no lo había sentido nunca, pero tampoco puedo dejar de lado la vida que llevo. ¿Tu mujer? Iván negó con la cabeza, sintiéndose abrumado, y salió del cubículo, dejando a Raúl ahí, solo, con su dilema. —espetó Iván, avanzando hacia él con los puños cerrados—.
