Poco se podía adivinar de su anatomía, más allá de su delgadez y su angelical rostro. Introduje mi cabeza entre las tetas de Elisa y chupé largamente su carne, entreteniéndome con los pezones. Porno Penetré en ella. Elisa volvió a casa por Navidad. Su figura, menos angulosa que cuando joven, invitaba a largas tardes follando en nuestros dormitorio con las persianas bajadas, con la media luz que entraba por las diminutas rendijas, mientras nuestra descendía disfrutaba de la compañía de sus amistades en el cine…, o en cualquier otro lugar destinado a entretener a los jóvenes.»Uff, Elisa, oh, oh». Sus labios apretaban el tronco, su lengua lamia el glande. Elisa gimió. Elisa era una mujer muy estudiosa que siempre andaba en la academia, en la biblioteca, en casa o… viajando. «Oh, Elisa, oh», jadeé. Esa noche, Elisa precisaba de mis servicios. Elisa me chupaba la polla. Indudablemente se corrió antes de que yo lo hiciera, pues cerró los ojos y se dejó ir emitiendo lastimeros grititos hasta que yo terminé.Evidentemente, Elisa no era princesa, ni siquiera marquesa ni nada que se le pareciese. Elisa gimió. La encontré en la cama, tapada por el embozo hasta la barbilla.
