Al salir, me había agarrado la mano delicadamente para proponerme seguirlo. Solté el escritorio y me metí directamente dos mientras me sobaba el clítoris con la otra mano. Porno español Era una deliciosa mezcla húmeda entre labios, lengua y mordiscos. Parecían ser los de un marinero, con tatuajes heteróclitas que probablemente tenían muchas historias que contar. Como no aguantaba el vacío que sentía allí, volví a masturbarme, suspirando de alivio. Aprovechó la ocasión para meterme un segundo dedo. Su mano firme en mi espalda me había mantenido con la cabeza hacia abajo. Ya me empezaba a gustar estar así, disfrutaba algo nuevo: sentirme bien puta con mi tanga a mitad quitada, las piernas abiertas, apoyada en la mesa, arqueándome por mis tacos y con mi culo en ofrenda. Metí un poco más mis dedos, buscando la profundidad de mi concha. Lo escuchaba respirar hondo y su mano abandonó mi hombro en lo cual empezaban a formarse algunas perlas de sudor. Pero con él, había algo distinto, estábamos en un juego que me gustaba y si por aquel momento parecía que él era el dueño, pronto me iba a dar cuenta que también le gustaba dejarse llevar y abandonarse conmigo.Le obedecí una vez más y me quedé durante un largo minuto en esta posición
