Le lamí las axilas mientras la penetraba. Sin dejar de olerla. Videos Porno Largo, negro, grueso.La llevé a la cara y mi boca y aspiré.Un aroma denso, salado, fuerte, salía de ahí. En las clavículas le bajaban gotas gruesas de sudor. Nomás una se moja tantito, suda rico, y ya están babeando como perros.Se acercó más. ¿Te deja descansar algo?Se rio, pero con amargura.—Mi marido ya ni me toca —dijo sin rodeos—. Se paró firme. Me aferré a su axila, le levanté el brazo y hundí la cara en su pelo mojado. Nadie te va a chupar como yo. Se abrió como si me hubiera esperado así toda la vida.La metí de un solo empujón.Estaba caliente. Llevaba una camiseta vieja, sin mangas. No podía hablar.Mi esposa se fue. Me desnudó con rabia. Profundo. —me soltó una tarde—. Pero esa escena me siguió al baño, a la cama, al trabajo, a los sueños.Y ya no había vuelta atrás.Ana no solo era una provocación.Era una advertencia. Me acerqué. Su piel tenía marcas. Temblaba. Se sentaba a ver tele con los muslos abiertos, sin calzones, solo para que yo viera lo que era mío.Mi esposa se fue una semana después.Se llevó a los niños.No dijo adiós.Solo dejó una nota:“No puedo competir con una perra si tú
