Una mañana me disponía a salir hacer las compras como cualquier otro día cualquiera, a través de la puerta de la entrada a mi casa pude escuchar unos golpes por los escalones de mi rellano, me asomé por la mirilla de la puerta y pude ver que era una señora más mayor que yo.Abrí la puerta para ver que hacía y vi que estaba de mudanza en mi edificio, me ofrecí a ayudarla y así para que ella no cogiera todo el peso de los muebles que iba subiendo al ático donde se estaba instalando.Pasadas las dos horas de mudanza; sube que te sube y baja que te baja la señora me ofreció un refresco para saciar mi sed tras el cansancio de ir subiendo muebles desde el portal hasta el ático, lo que es lo mismo, diez pisos de altura.Ya en su casa y con todos los muebles colocados en su sitio donde ella me pidió que se los colocara me di cuenta que la señora que estaba sentada en un sillón delante del mío no llevaba ropa interior debajo de la falda y pude contemplar el vello de su almejita, sin que ella se diera cuenta y con mucho disimulo yo miraba de reojo por debajo de su ropa.Más
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