Noté su excitación al ensancharse su pene dentro de mí. Su respiración que ya me destrozaba y me hacía arder se empezó a convertir en frases y palabras, unas muy cariñosas y otras verdaderas groserías, estado al que cuando llega pierde el control hasta el punto de que no sabe lo que dice y luego no lo recuerda. Porno gratis La cinta nos había vencido, no la habíamos aguantado. Me desnudo y me tumbo en la cama, activo la cinta roja y la llevo al minuto en el que le escucho jadear y a mi gemir. Una verdadera maldición la cinta, la más bonita de las maldiciones, mi objeto preferido, mi fetiche. Aprovecho estas letras para confesar a Pier lo que hago casi todos los días, ya que es mucho lo que pienso en él y en aquella noche. Así sucedió por la intensidad de su rostro al montar sobre él. Aquella cinta roja surgió de una noche especial de un momento concreto, surgió de aquellos minutos en que nos sentimos dioses o héroes, como Andrómaca y Héctor. La cinta nos había vencido, no la habíamos aguantado. Había pensado en hacerle algo especial. La esperanza era que cuando abandonase aquella vida pudiese pedirle comenzar una relación, con un chico como él que me
