Nos levantamos, dejando atrás el escritorio, y nos dirigimos a mi cama. Porno gratis Ella soltó una carcajada. Diez minutos. Nos levantamos, dejando atrás el escritorio, y nos dirigimos a mi cama. Su generosidad trascendía lo físico. Quince minutos.El tiempo apremiaba, pero ella estaba ahí. Empecé a moverme, disfrutando cada deslizamiento, cada roce dentro de ella. La vida remota tenía sus rutinas, sus horarios fijos, y ese estrés sutil que se acumulaba con cada videollamada y cada tarea urgente. “Ven, relájate antes de volver” me dijo, señalando el sofá junto a mi escritorio. Ella, a mi lado, se limpió con la misma discreción, y continuamos con nuestro trabajo como si ese oasis de placer nunca hubiera existido.Incluso en días de estrés máximo, la solución era la misma. “Estoy lista” susurró, y en sus ojos vi esa generosidad que siempre me ofrecía.Me subí a ella, sintiendo la calidez de su piel. Abrió sus piernas, ofreciéndome su vagina de nuevo. Pero lo había. Pero en mi departamento, compartido con mi amiga, existía un respiro, un pacto silencioso que transformaba el ajetreo en momentos de profunda calma. “Hazlo a gusto” me dijo, y luego, viendo que el tiempo se agotaba: “Sigue, si necesitas moverte más rápido, hazlo para que te corras y no quedes a medias.”
